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sábados abrimos, CON CITA PREVIA• 16 de junio, 2017 •
Los tumores o el cáncer de piel son una de las enfermedades dérmicas más comunes en perros (menos frecuentes en gatos), tanto en machos como en hembras, de cualquier edad, si bien es más frecuente en perros de edad avanzada. Hay razas más propensas a sufrir tumores, como el Golden Retriever, Pug, Shar Pei, Bulldog y Bóxer, aunque ninguna raza se libra.
Casi todos los tumores comienzan con la aparición de nódulos o pequeños bultos en la piel del animal, en cualquier parte del cuerpo, de forma espontánea y sin causa aparente. Se suelen ver a simple vista y mediante palpación, pero pueden ser confundidos con bolitas de grasa o quistes, por lo que será necesario analizarlos lo antes posible.
Como ya hemos comentado, si estamos ante un tumor, veremos que aumenta de tamaño en más o menos tiempo, y la zona donde aparece suele estar inflamada y desprovista de pelo. Además, libera unas sustancias tóxicas que provocan irritación y picor generalizado por lo que es posible que el animal se rasque o lama con frecuencia.
Pérdida de apetito, disminución de peso, apatía, vómitos o presencia de sangre en las heces son síntomas generales que se pueden observar en el animal.
Será necesario tomar una muestra del tumor, mediante una citología (toma de una muestra de tejido mediante aspiración) y/o biopsia (extirpación total o parcial del bulto), muestra que se enviará a un laboratorio especializado donde se determinará si estamos ante un tumor benigno o maligno.
Una ecografía abdominal, la ubicación del tumor, el estado general del animal, serán factores a tener en cuenta a la hora de determinar el tratamiento más adecuado.
Tanto si nos enfrentamos a un tumor benigno como maligno, siempre aconsejamos la extirpación del mismo mediante cirugía. Si es beningo el animal no necesitará ser tratado aunque sí deberá acudir al veterinario de forma regular para detectar posibles brotes. Si es maligno, quizá será necesario complementar la cirugía con quimioterapia, radioterapia y/o medicamentos. El seguimiento clínico será de por vida.
Puesto que no hay factores de riesgo que determinen la aparición de tumores de piel, y como siempre os decimos, la vigilancia y observación suele ser la mejor manera de detectar problemas en nuestra mascota.
Podemos aprovechar el momento del cepillado o mimos diarios para ir examinando su piel, y si detectamos un bultito, llaga, hérida,… acudir al veterinario cuanto antes.
El estado general de Lupita es muy bueno, y tras una palpación inicial no se detecta ningún otro nódulo. Le explicamos a sus propietarios las diferentes pruebas que se podrían realizar para confirmar si estamos o no ante un tumor, y aconsejamos la extirpación total del nódulo y su envío a un Laboratorio de anatomía patológica dónde después de analizarlo nos darán el diagnóstico definitivo.
En este caso, sus propietarios están de acuerdo con la extirpación del nódulo, pero no quieren analizarlo. Es un riesgo, por lo que se les aconseja llevar un seguimiento muy estricto de observación y visitas veterinarias.
Fantástico.
Eso es lo que deben saber las familias, que no siempre se gana, pero que las probabilidades de hacerlo, con los avances que tenemos en veterinaria, están aumentado
Así es, Emilio. Y ese es nuestro objetivo al divulgar algunos de nuestros casos clínicos: informar y concienciar.
¡Gracias por tu aportación!